martes, 3 de agosto de 2010

Antropofagia en la ciudad ( o sólo fue un sueño)

Yo no supe nada después de la fiesta en casa de Silvana, ella se fue sola, borracha por la Séptima Avenida. Todos le habíamos dicho que era peligroso, que no fuera, que toda el mundo se había vuelto loco. Todos, menos ella. Aún no era parte de la demencia.
Todos la queríamos arrastrar, pero al parecer ella era demasiada astuta o demasido ingenua, que optó por irse aquella noche y no ser complice de nada.
Todos, avanzada cierta edad no sabemos con claridad lo que hacemos o creemos sabernos los dueños de nuestro propio destino, pero hay algo que no sabemos y esto precisamente es que somos insobernables, o sobernables?
Ni yo sé muy bien qué, a esta altura en que ya es demasiado tarde y mi mente se encuentra despejada de todo eso que llamaban noche...
Al parecer a esa altura de la fiesta, en que todos queríamos arrastrar a Silvana a que fuera una más de nosotros.
Pero qué era precisamente lo que éramos. No lo sabíamos. Una especie de carne muerta colgaba de nuestros labios al amanecer, y es que parece que el gusto por la cómida había cambiado y necesitabamos devorar con ansías a quien estaba al lado de nosotros, en la calle, en el bus, en aquella fiesta.
Ella corrió muy lejos.
Y mis labios ,
mis labios no alcanzaron a probar su carne blanca
huyó
corrió kilometros para salvarse
tres días después de aquella fiesta
es decir, hoy martes
ella
la muerta.
Silvana
ya no está.
fue arrollada en la carretera
por automovilistas sedientos de carne
que no vieron volar su cuerpo de esquina a esquina
cada uno en busca de su presa
otros, como ella,
queriendo salvar el poco sentido común que aún quedaba en ellos, huían.
Todos los que huían de las fiestas
eran encontrados como perros muertos en la carretera
tenían miedo de ser devorados por la sed antropófaga de seres que ya no tenían alma.
YO, yo no sé si todo esto fue un sueño,
pero aún no logro recordar que pasó aquel día que Silvana nunca más volvió.

1 comentario:

Unknown dijo...

la carne blanca, he ahí la consumación de los ires y venires.-


Silvana quédate en nuestra fiesta



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